domingo, 11 de octubre de 2009

Enfrentamientos dentro de ETA

En 2008, la cúpula terrorista se escindió en dos facciones que se expulsaron mutuamente de la organización
11.10.09 -VASCO PRESS | BILBAO

«Golpes de estado» en la banda
Javier López Peña.
Un enfrentamiento entre los máximos dirigentes de ETA estuvo a punto de provocar una ruptura en el seno de la banda el pasado año. La cúpula etarra se dividió en dos facciones que se expulsaron mutuamente de la organización terrorista después de intercambiarse acusaciones de protagonizar un «golpe de Estado».

Según documentos internos incautados a los activistas, el conflicto enfrentó, por un lado, al aparato político, en el que estaba Francisco Javier López Peña, 'Thierry', y, por otro, a los aparatos militar y logístico, que tenían como principal cabecilla a Garikoitz Aspiazu, 'Txeroki'. La fase más aguda de la crisis se planteó a principios de 2008, pero las causas que lo generaron venían arrastrándose desde mediados de 2006. Ya entonces, en ETA había dos facciones enfrentadas intercambiándose reproches y haciéndose acusaciones de grueso calado. Las diferencias fueron a más a medida que pasaban los meses, hasta que en enero de 2008 se aplicaron de forma unilateral medidas disciplinarias que colocaban a todos los miembros de la dirección fuera de ETA o con militancia suspendida.

A principios del año 2008, la comisión ejecutiva de ETA estaba formada por cinco personas, entre las que se encontraban López y Aspiazu. El primero tenía de su parte a otros dos miembros de la cúpula -entre ellos al jefe del aparato financiero- y el segundo, 'Txeroki', a uno solo, por lo que 'Thierry' disponía de una mayoría de tres a dos en la jefatura etarra.

Esa situación era relativamente nueva, ya que ello se debía a que el aparato logístico se había quedado sin presencia en la ejecutiva después de que el 26 de julio de 2007 fuera detenido el jefe de esa rama, Juan Cruz Maiza Artola, en Rodez. La tradición etarra señalaba que su sucesor tenía que ocupar también la plaza en la dirección de la banda, pero López Peña y su facción bloquearon ese nombramiento y mantuvieron una ejecutiva de cinco miembros en la que tenían mayoría frente a 'Txeroki'.

Esa situación molestó no sólo al sector logístico, que se quedaba sin un puesto en la cúpula etarra, sino también al militar, relegado a la minoría y que acusó a la facción de López Peña de aprovecharse de la represión policial. La decisión de no reponer al representante de logística fue calificada de «golpe de Estado» por los críticos.

Otro de los motivos de conflicto fue la pugna por hacerse con el control de la oficina de falsificación de documentos que tradicionalmente había dependido de logística, pero que hacía algún tiempo estaba controlada por el aparato político, a los que se acusaba de ineficaces por parte de otros activistas. El grupo de 'Txeroki', además, culpó a 'Thierry' del mal funcionamiento del aparato de información que López Peña controlaba personalmente y que se encarga da recoger datos para realizar atentados.

Los responsables políticos fueron acusados también de no haber sabido marcar la línea que tenía que desarrollar la izquierda abertzale y de no haber seguido los acuerdos adoptados por la dirección de ETA. En concreto, se le reprochó haber acudido a las conversaciones con el Gobierno español y haber defendido sus puntos de vista particulares y no los que había acordado la cúpula etarra. La gestión del dinero fue otro de los factores sobre los que giró el conflicto desatado en el seno de ETA, ya que la organización terrorista había perdido miles de euros como consecuencia de una operación de compra de dólares que habían realizado con propósitos especulativos y que había dirigido 'Thierry'.

Censura interna y temor
Este conjunto de conflictos dio lugar a que, en enero de 2008, los representantes militares y logísticos elaboraran un documento en el que se acusaba a la mayoría de la ejecutiva de haber impuesto una estrategia autoritaria que había acabado con la capacidad de autocrítica y que atemorizaba a muchos etarras, que no se atrevían a discrepar de sus jefes. Les acusaban de imponer la censura interna y hasta de mentir en los comunicados públicos.

Los críticos acordaron suspender en sus funciones a López Peña y a los otros dos miembros de la ejecutiva que le respaldaban, mientras que la mayoría decidió, por su parte, suspender de militancia a sus oponentes, incluido 'Txeroki', acusándolos de haber roto las normas de seguridad y no respetar a los órganos directivos ni aceptar la celebración del proceso asambleario. Las dos facciones se acusaron mutuamente de golpistas, de provocar la escisión y de generar una guerra interna.

En plena crisis, el 20 de mayo, se produjo una operación policial que desmanteló a la cabeza del aparato político debido a la captura en Burdeos de López Peña y otros tres etarras. Fue un duro golpe a la banda, pero que tuvo el efecto paradójico de apagar el incendio que había en el seno de ETA y que no había trascendido al exterior. Su principal opositor, Garikoitz Aspiazu, fue capturado en el mes de noviembre.

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